viernes, 4 de diciembre de 2009

¿Es Punk? ¿Es New wave? son ambas cosas



Pues hablemos de Punk, ¿no? Que habrá que hacer justicia al título del Blog.



Cuando en Bowery Records, el sello de moda que no hace más que sacar discazos (hablaré de ello en otra entrada, próximamente) me propusieron hacer la reseña del LP de los Rizillos, pensé, nada más fácil. Me lo despacho en una línea: “La misma puta mierda de siempre”.


Después eché un vistazo al lujoso libreto interior de 16 páginas a todo color que incluye el LP y leí que decían que todo se lo debían a los Webelos y a mí en particular, por ir abriéndoles las puertas y compartiendo, bla bla bla…. Tras echar unas lagrimitas, decidí cambiar la crítica de su disco, y este es el resultado:


Rizillos: “La rapidez sin potencia no es control” (LP, Bowery Records).


La primera vez que te enfrentas a los Rizillos, tu cerebro se niega a aceptarlo. Recuerdo esa sensación cuando salió su primer single. ¿Cómo es posible que exista un grupo así y que además haya grabado un disco? Estos tíos no tienen la cara dura, directamente tienen la piel de cemento. ¿Cómo se puede llegar a esas cimas de desfachatez? La respuesta la descubres una noche mientras duermes, cuando te despiertas sudoroso en mitad de una pesadilla: eso es el Punk. A la mierda los músicos de conservatorio, a la mierda los punteos de guitarra y a la mierda las canciones que duran más de un minuto y medio. Los Rizillos son el claro ejemplo de que el Punk es el estilo musical que Yahvé se había reservado para su pueblo elegido: las personas “especiales” (ellos prefieren que se les llame así).


Y, ahora que los de Zaragoza han decidido disolver el grupo, tras unos cuantos años de singles gloriosos, lo hacen a lo grande, con todo un LP. Ya era hora. Como no podía ser de otra manera, los surcos de este discazo están llenos de Punk nueva olero de teclados contagiosos, salpicado de cachondeo, actitud y vacile. No faltan tampoco anuncios publicitarios, tomas falsas (no me he reído más en toda mi vida) y alguna que otra “versión” de dudosa procedencia. Vamos, que siguen haciendo gala de aquello que mejor se les da: descojonarse de todo, empezando por ellos mismos. Y, musicalmente, cuando creía que ya lo había visto todo, me han sorprendido gratamente pues el disco contiene auténticos temazos que, sin perder la frescura de sus inicios, pasan a ser clásicos desde la primera escucha, y que contribuyen a poner la guinda en el gran pastel de merengue que es toda su trayectoria. Para que te hagas una idea, cualquiera de sus temas podría perfectamente colarse y pasar desapercibido en un Bloodstains across Spain 1982.
En definitiva, con este disco se despide uno de los pocos grupos actuales de este país que puede presumir de haber hecho historia. Como ya he dicho más de una vez, cuando los discos de los otros grupos se vendan de saldo en las tiendas de segunda mano, los de los Rizillos estarán en la sección de coleccionismo y, por suerte, o por desgracia, multiplicaran su valor inicial por dígitos de dos cifras.
Dios salve a los Rizillos.


Así, que ya lo sabéis, tenéis que correr a comprar este disco.
Si estáis en Madrid, este sábado (19 de septiembre), podréis adquirirlo por el ridículo precio de 8 euros en el Wurlitzer Ballroom, donde tendrá lugar la presentación del disco y la despedida de la banda de sus fans madrileños. La entrada al concierto es gratuita y de teloneros ejercerán los también fabulosos Novedades Carminha. No faltéis.

17 de septiembre de 2009

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